100x70cm.
Technique: mixed (acrylic and water oil)
2007
Cada obra tiene su propia historia.
Con el paso del tiempo, estas historias se sedimentan en la memoria dejando una huella que puede ser imborrable… o tan punzante que es preferible darle la vuelta.
Es por ello que he decidido compartir no sólo las obras, sino también toda la historia detrás de cada una de ellas.
Esta obra nació en Ortoño en una de las etapas más productivas de mi juventud a nivel pictórico. Una etapa llena de emociones y pintura de todos los colores. Una etapa en la que preparaba la exposición en Acquasparta (Umbria), en el Palazzo Cesi, a la que fui invitada como artista emergente junto con numerosos artistas de todo el mundo.

No recuerdo realmente si preparé esta obra precisamente para esta exposición, o si la creé a mi vuelta, pero con el paso del tiempo se ha convertido en un pedazo inseparable de mi vida, y sin duda en mi obra favorita. (una también puede permitirse esos lujos de vez en cuando)
Nunca he podido presumir de mi talento para describir mi obra con palabras, y no espero hacerlo mejor esta vez, pero esta obra, al margen de la improvisación y anarquía con la que fue creada a partir de un lienzo arrugado, representa ese espíritu de unidad y misticismo que compartimos como especie cuando contemplamos el cielo, desde nuestra propia ingenuidad e ignorancia humana. ¿Hay algo más primitivo alrededor de las creencias místicas que la admiración del sol?

Unos meses más tarde, esta obra estuvo expuesta en la galería M&M de Ourense, que si no recuerdo mal fue el último lugar en el que compartió público.